Peter Lim se pega tiros en el pie en la operación Mestalla del Valencia CF

Marzo 06, 2024 0

La ciudad está obligada a resolver el embrollo urbanístico más allá de la pasión del fútbol. Catalá ha marcado una ruta para avanzar, pero el de Singapur parece empeñado en boicotearse a sí mismo.

La ciudad está obligada a resolver el embrollo urbanístico más allá de la pasión del fútbol. Catalá ha marcado una ruta para avanzar, pero el de Singapur parece empeñado en boicotearse a sí mismo.

Valéncia necesita resolver el embrollo urbanístico de Mestalla, encontrar una solución al esqueleto de hormigón acumulando más polvo que la Dama de Elche de Manolo Valdés en la Avenida de las Cortes Valencianas. Cada vistazo, cada foto en Google Street, rememora nuestra vis excesiva y berlanguiana. Una enorme mole gris por terminar incrustada en la travesía que pretendía simbolizar la expansión de una ciudad de nuevas clases medias con aspiraciones: las fachadas ventiladas, los residenciales con piscina, los bajos comerciales repletos de gimnasios y hamburguesas de autor. Las torres del Hotel Meliá y Ricardo Bofill como puerta de entrada de la pista de Ademuz.

En esta columna no se cierran las ventanas a la solución nostálgica. A deshacer toda la madeja administrativa para conservar y actualizar el viejo Mestalla, con su verticalidad intimidante y su caldera de aire inglés, y trasladar al solar de Benicalap la edificabilidad residencial pintada en la Avenida de Aragón. Un pelotazo inverso. Pero dicen los que saben que es una variante imposible en lo jurídico y burocrático. De entrada, implicaría retrotraer todas las permutas. Mientras eso sea así, no cabe más que exigir la culminación y urbanización del nuevo arena para acompasarlo y armonizarlo con su entorno.

Esto, y no oscuras intenciones sin contrastar, se entiende que es lo que mueve al actual equipo de gobierno local a buscar la que parece la única salida realista: habilitar la senda administrativa para que el dueño (el dueño, no se olvide ese detalle) de la sociedad deportiva culmine de una vez el nuevo estadio. Siguiendo la lógica, esto permitiría a Peter Lim liberar la parcela del viejo Mestalla, ingresar lo que tenga que ingresar mediante su venta y, si los números salen, equilibrar el balance de la SAD para ponerla en el mercado. Bye, bye, Valéncia. Jumpa tak pernah, mister Lim. Llámenlo el cuento de la lechera. ¿Hay realmente alguna otra alternativa seria?

Con ese fin habilitó la alcaldesa María José Catalá la hoja de ruta necesaria para avanzar en una jungla de desconfianzas. Que la SAD retirara las acciones judiciales, que tramitase la licencia de obras y metiese las máquinas para demostrar que va en serio antes de avanzar en la concesión de mayores bonus urbanísticos (léase suelos terciarios). Era un guion con etapas claras para ir superando barreras. Pero Lim, o quienes le representan en Valéncia, han preferido pegarse tiros en el pie. Exigir gestos a cambio de nada. No han retirado los recursos (veremos qué pasa esta semana con la ATE en el TSJ). Tratan de extorsionar al Ayuntamiento con la no firma del documento para el Mundial de 2030, a sabiendas de que en la cabeza de Catalá, siempre política, era un factor importante. Frente a los riesgos asumidos por el consistorio en un contexto de efervescencias y pasión antilimista, el Valencia CF solo ha regalado soberbia y desafío. Un autoboicot en toda regla.

Presentar un proyecto arquitectónico que genera dudas sobre su compromiso con la calidad del recinto y la apuesta por la inversión que la ciudad le está reclamando ha tenido como respuesta el encargo de una auditoría externa. Nadie se fía de nadie. Si el estudio de costes dice que Lim quiere colar un estadio de Feber, un arena low cost con el único fin de dar el pelotazo con la vieja parcela, no habrá razones para aglutinar una mayoría alrededor de las fichas urbanísticas, clave de bóveda de toda la operación. En ese documento están las plusvalías de todo el meollo.

Miles de aficionados se manifestaron este sábado por las calles de Valéncia para reclamar la salida del empresario asiático del accionariado de la centenaria SAD. La fórmula que se defiende es "a Lim ni agua". El de Singapur, decían los convocantes de Libertad VCF, “está acabando y destruyendo al club”. “El Mundial 2030 puede ser la sentencia del Valéncia. Pensar que el Valéncia puede acabar el estadio con los 80 millones de CVC es totalmente utópico. Peter Lim quiere todos los derechos y un convenio para poder valorar más sus acciones. No quiere acabar el estadio, quiere los beneficios urbanísticos para sacar más tajada en una futura venta”, afirmaba Carlos Pavía, tesorero de la asociación de aficionados.

Obsérvese cierta contradicción en tanta pasión futbolística. Queremos que Lim se vaya, pero cercenamos todas las opciones de solventar la operación que facilitaría su salida. Tiene razón el consultor/agitador Miguel Zorío en que hay riesgo de despatrimonialización si Lim usa esos mecanismos offshore que tanto conoce para desviar una parte de los beneficios fuera de la órbita de la SAD. Pero, vistos los antecedentes patrios, ¿alguien garantiza que otras opciones no tengan un resultado distinto?

Quizás el magnate asiático esté jugando con esa ausencia de seriedad en el plan B. El empeño de Miguel Zorío y su representante en la Junta de Gobierno Local, el voxista Juanma Badenas, en que le sea retirada la condición de promotor a través de una compleja maniobra burocrática que nadie ve, ni en el ayuntamiento ni la Generalitat, huele a lo de siempre, a maniobras oportunistas para hacerse con el business sin asumir riesgos.

El papelito firmado por Antonio Aynat (Toro Finance) enseñando una vaga promesa de 250 millones de los que no dispone no ha sido más que un señuelo, una operación de imagen para posicionar la marca Toro y Bravo Capital y firmar el certificado de defunción de Gedesco, más vacía que una chirimoya pasada de fecha. Los socios mayoritarios en Toro, AlpInvest (Carlyle), se enteraron por la prensa del gol que quería meter la dupla Aynat-Zorío. La pareja maneja la baza de que la prensa local está tan necesitada que compra la cabra a precio de saldo, cuando no directamente necesita los pagarés del prestamista como un yonqui el fentanilo. A quién le interesa el periodismo cuando los directores de periódicos han mutado en comerciales. Un escenario triste para la tercera ciudad de España. Al final nos la colarán. En esto y en otras muchas cosas. Luego que nadie llore.  Fuente

El Becario

cool Haga lo que se haga, la culpa siempre del... Becario

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